Thursday, June 14, 2012
Wednesday, June 6, 2012
Ataque Zombie en Miami
En una tranquila tarde soleada en un puente peatonal cerca
de MacArthur Causeway en Miami, Florida, se llevó a cabo un suceso que marcaría
al mundo e incitaría la mente de los miles de creyentes de las teorías
conspiracionales.
Todo inició el 26 de Mayo del 2012 cuando yo iba de regreso
a mi departamento después de salir de The Miami Herald pues había olvidado unos
documentos que necesitaba para trabajar el fin de semana, cuando de la nada vi
a la distancia dos hombres luchando, uno era un señor de más o menos 60 años
que estaba tratando de escapar a todo costa del agresor, un hombre de 30 años,
que no decía absolutamente nada solo se escuchaban una especie de gruñidos
profundos y amenazadores. Tras los forcejeos el agresor logró tumbar al señor
mayor y éste instantáneamente fue noqueado, después el agresor comenzó a
desvestir al señor, debo decir que no se veía en el ninguna expresión de
lujuria simplemente una cara sin gestos mientras los gruñidos seguían, a éstas
alturas la policía había tardado ya bastante puesto que los había llamado en
cuanto vi el ataque.
Todo se volvió aún más extraño cuando después de dejar al
señor desnudo, el atacante comenzó a desvestirse, sin ninguna prisa, luego se
recostó a lado del señor inconsciente y comenzó a hacer algo que hasta la fecha
no he podido borrar de mi cabeza, algo que solamente se encuentra en novelas de
terror muy gráficas, algo sin precedentes y a plena luz del día. El atacante
comenzó a morder la cara del señor, mordidas desgarrantes, agresivas, voraces y
a la vez perdidas, era como si lo que estaba haciendo el atacante fuera un
reflejo un instinto sobre el cual él no tenía control alguno sin embargo seguía
y parecía que nunca se iba a detener, comenzó por la oreja, la cual mordió como
si fuese un pedazo de un platillo cualquiera, sin esfuerzo debo hacer notar que
en ese momento los gruñidos disminuyeron, como cuando aquel cachorrito que
lucha con sus hermanos por tomar la leche de su madre al logras su objetivo
está tranquilo pero tomando con una sed que pareciera no tener fin. Al terminar
con la oreja siguió subiendo por la cara, comía pedazo a pedazo la cara de ese
pobre señor que no podía mover un solo dedo para defenderse. En ese momento yo
estaba paralizado no sabía si lo que estaba sucediendo era real o un delirio
por el fuerte Sol de aquella tarde. Cuando el atacante se acercaba a devorar el
ojo izquierdo del señor trate con todas mis fuerzas de desviar la mirada pero
algo en mi simplemente no podía dejar de mirar, sabía que estaba presenciando
algo horrible pero a la vez único y mi cuerpo no me dejó volver la mirada.
Después de que el atacante mordió el ojo del señor no fue la escena empapada de
sangre la que me despertó de aquel trance, sino los gritos desesperados de una
señora que cruzaba cerca del ataque, que corrió directamente al Miami Herald
para que ayudaran a ese pobre hombre. Fue tras ésta segunda llamada cuando los
policías llegaron al lugar en cuestión de segundos. El primero en llegar fue un
policía en su vehículo al cuál se le fueron sumando elementos con el paso de
los minutos. De inmediato bajó y al ver el ataque desenfundó su arma y apunto
directo al atacante, éste último no notó ni la presencia del oficial.
“¡Señor! Deténgase
inmediatamente y aléjese del caballero. ¡Ahora!”.
Fueron repetidas y parecidas las advertencias que hizo el
oficial recibiendo a cambio gruñidos. Al no tener respuesta el policía se vio
obligado a dispararle al sujeto, un disparo directo a la pierna pero el sujeto
no se detuvo y solo respondió con un gruñido profundo y más agresivo que los
pasados, haciéndonos pensar que nos estaba dando a conocer que los que
corríamos peligro éramos nosotros pese al arma del oficial. El caníbal, si es
que se le puede llamar de alguna manera no se detenía y desgraciadamente
tampoco lo hicieron los tiros del oficial. Llegó el fin de tan extraño suceso
cuando el atacante tras más de media docena de balazos cesó de vivir y aún con
pedazos de cara del señor en su boca se dio vuelta y quedó inherte.
Creo que lo más perturbante que vi esa tarde fue cuando el
señor retomó consciencia, a éstas alturas yo solo podía ver los pies del señor moviéndose
pues los policías habían acordonado el área y me estaban interrogando.
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